El girasol y la cocina
Del girasol son comestibles tanto los capullos como los pétalos y las semillas, aunque quizá solo te suena a comestible el aceite que de él se obtiene y sus sabrosas pipas.
Un poco de historia, el girasol (Helianthus annuus) es una planta originaria de Norteamérica, particularmente Arizona y nuevo México. Se sabe que los nativos americanos lo utilizaban allá por el 3000 a.C. como alimento, para tintes y usos medicinales, como elemento de construcción e incluso en ceremonias. Los exploradores llevaron sus semillas a España en el siglo XVI y durante más de dos siglos en Europa simplemente se cultivó por su valor ornamental. Su uso como fuente de aceite no se empezó a conocer hasta comienzos del siglo XVIII, cuando un inglés registró la primera patente para obtener aceite a partir de las semillas.
La mayoría de las personas cultivan girasoles simplemente por su naturaleza escultural y sus flores grandes y alegres. Las semillas de girasol son sabrosas y nutritivas. Por supuesto, también se cultivan a gran escala para producir aceite, pero incluso puedes hacer una deliciosa mantequilla de semillas con semillas de girasol.
¿Pero sabías que en realidad puedes comer mucho más de la planta que solo las semillas? Esto incluye las flores.
Sus vistosos pétalos suponen un equilibrio entre lo dulce y lo amargo. En ensalada, conforman todo un espectáculo visual en combinación con el resto de ingredientes.
Tanto los capullos como los pétalos son exquisitos en platos de verdura salteada o en platos de pasta.
En nuestra cocina tenemos platos creados a partir del girasol de temporada:
Girasol al plato, confitado con emulsión de pipas caramelizadas y pétalos del mismo cristalizado, ¿se animan a probarlo?