‘Wine bars’, la última experiencia enoturística
El turismo del vino enriquece la oferta de actividades en un momento de plena efervescencia en Cataluña y aumento de su reconocimiento internacional.
Con la llegada del buen tiempo, y a las puertas de las vacaciones, es el mejor momento para descubrir la Cataluña del vino, una prestigiosa zona vitivinícola en plena efervescencia, convertida cada vez más en un referente internacional.
En este momento de máxima expansión de la cultura del vino y el enoturismo, los bares de vinos son la última propuesta al catálogo de experiencias de las bodegas catalanas para fascinar los enoturistas inquietos que van más allá de la visita tradicional. Una nueva opción para disfrutar del vino de casa, conocer bodegas, territorios y paisajes diferentes.
Cada vez más bodegas abren las puertas a sus propios bares de vinos (más conocidos con el término anglosajón ‘wine bars’) y terrazas entre viñas, o bien adaptan espacios singulares para servir sus productos. Son ideales para disfrutar de los vinos al aire libre. Los clientes pueden probar los vinos por copas acompañados de degustaciones gastronómicas, música en directo u otras actividades, sin necesidad de hacer una visita guiada a la bodega.
Cataluña, mapa de tesoros vitivinícolas
Cataluña es un mapa de tesoros vitivinícolas con doce denominaciones de origen que garantizan el respeto por las variedades y las diferentes maneras de hacer de cada lugar. Todo se asemeja, pero nunca nada es idéntico. El ‘terroir’, las variedades y los vinos pueden cambiar de un valle a la otra, de un pueblo en el pueblo del lado.
En la investigación de estos tesoros, Cataluña se muestra como un paisaje diverso, donde la viña se agarra milagrosamente en pendientes de vértigo, puebla generosamente llanuras vigorosas, vigila en acantilados con vistas impagables en el Mediterráneo, sobrevive arriba de cumbres a tocar de las nubes, en tierras ricas, en partidas pobres, en comarcas secas, en valles húmedos, en barrancos enjutos, borde los ríos, tierra adentro, borde el mar, en pueblos remotos o a tocar de la grande Barcelona.
Un laboratorio a cielo abierto
El país empezó como proveedor de vinos internacionales en la época romana. Hoy, el vino del Priorat se sirve en las mejores copas del planeta y el que elaboran el resto de productores catalanes crecen de manera exponencial.
La Cataluña vitivinícola es, ahora mismo, una especie de laboratorio a cielo abierto, con elaboradores valientes en busca de la calidad extrema, detrás las variedades autóctonas y en comunión con el ‘terroir’ de cada pequeño pedazo de tierra. Es como un buen cupaje de tierras, historia, paisaje y vinos, el Cupaje Cataluña.
Por eso es el mejor momento para dejarse seducir por su oferta enoturística, amplia, variada y atractiva. Con un millar de propuestas, Cataluña invita a visitar bodegas y probar vinos, al mismo tiempo que revela al visitante los rasgos esenciales, los paisajes, el carácter y la larga tradición que hay detrás de cada una de las doce denominaciones de origen catalanas.